EL BUEN PERIODISTA

Los invito a leer las huellas que voy dejando en este inhóspito camino hacia el buen uso del lenguaje.

miércoles, 2 de abril de 2014

LA FLOR DE CEREZO

 ¨Ay niñas, ¿de verdad van a hacer eso?¨ Sí, mamá, le respondimos. ¨Entonces yo voy con ustedes¨.

Mientras María del Mar y yo nos dedicamos a explicarle al tatuador nuestras ideas, mi mamá guardó silencio y observó cómo emocionadas nos disponíamos a inmortalizar a nuestro padre con tinta en nuestra piel. Mi hermana en la cintura y yo en el cuello, firmadas para siempre. Yo primero, ella después, emocionadas planeando la ocasión.  ¨Ya le advertimos que para el día del padre le tenemos una sorpresa muy especial ¨ comentamos picaronas. Mi mamá apenas preguntó si nos dolía o acaso comentó tímidamente sobre el tamaño o el color de los tatuajes. Y nosotras, sumidas en nuestra emoción nos olvidamos de su compañía.

-¨¿Mamá, me está quedando lindo?¨
-¨Sí mi amor. Muy lindo¨ la oí decir con un tono concentrado. Cuando hubimos terminado y mientras cuidadosas contemplamos la firma de nuestro papá rayada en nuestro cuerpo, mi madre interrumpió: ¨ Está bien. Yo también me hago un tatuaje.¨

¨¿Qué qué?¨  Gritamos yo y mi hermana al tiempo. ¨Sí… Pues… ya estando aquí, ¿cómo no las acompaño?¨ respondió. ¨Mamá, no te tienes que hacer un tatuaje, ¿estás loca? ¿Que tatuaje te vas a hacer? ¿A estas alturas de la vida? ¿qué dirá la tía Luchis? Objetamos como loras.  ¨No se…¨ respondió.  ¨Uno chiquito y discreto que me acuerde a ustedes. ¿Una florecita quizás?¨ le preguntó al artista que apenas nos había terminado. Preguntó por una florecita discreta y de colores en un sitio poco visible; una florecita rodeada por la cantidad de pétalos igual a sus tres hijas, su nieta y su ex esposo. El tatuador le mostró el dibujo de una tradicional flor de cerezo coloreada de rosado y amarillo.

Cuando menos pensamos mi mamá ya tenía la flor pintada en su tobillo y se disponía valiente a ser tatuada. Perplejas la vimos en un tremendo espectáculo de solidaridad en dónde a los gritos exclamaba ¨!Pero cómo se dejaron hacer esto!¨ mientras pateaba convulsiva. La flor quedó tan imperfecta como mi propia madre pero también tan colorida y tan alegre y tan hermosa como ella. ¨Un petalito por ustedes, otro por Emilia y otro por Gabrielito.¨ Nos dijo convaleciente mientras se miraba el tatuaje y le pedía perdón al tatuador por su mal comportamiento.  ¨Me quedó muy lindo, ¿cierto?¨  preguntó. ¨Divino Mami¨ respondimos conmovidas.


Y así salimos entonces de semejante aventura; envueltas como un sánduche en papel celofán pero más cómplices que nunca. ¨¿Qué va a decir la tía Luchis?¨ repetimos entre risas y cogidas de la mano.