EL BUEN PERIODISTA

Los invito a leer las huellas que voy dejando en este inhóspito camino hacia el buen uso del lenguaje.

miércoles, 4 de mayo de 2011

¡QUIÉN CREYERA!

No sé por qué la imagen que adorna el lado derecho del computador en el que escribo, el de mi madre, es la de Jesucristo. Ella no cree y yo tampoco. Me voy cansando de ver imágenes ilógicas regadas por las paredes de los lugares que frecuento, sabiendo que en su presencia se cometen todo tipo de “pecados”. No mas acabo de llegar de la semana menos santa que he tenido en años, agradeciéndole a no sé quien, por darme estos días libres en nombre de quien sea.



La hipocresía religiosa nos va conviniendo más de la cuenta. Digo, a nosotros los pecadores. A nosotros los que a veces, cuando ya no podemos más con la culpa, rezamos alguito mientras nos dormimos, preguntándonos a quien es que le estamos rezando. A esos que contamos los meses, las semanas y los días, para que llegue la semana santa en donde de cuaresma comemos como presos y bebemos como locos. A nosotros que asistimos a las novenas bailables y que le pedimos al Niño Dios muchos regalos. A los que se confirman para complacer a sus abuelos y para poder casarse por la iglesia en un vestido blanco y pecaminoso. A nosotras que nos las damos de santas por llegar vírgenes hasta nuestro primer noviazgo. A todos los que hemos repetido que el que reza y peca empata.


¡Como nos conviene el cristianismo! y como nos lo ponemos de sombrero. A mí me gustaría creer o por lo menos dejar de dudar. Me pregunto que se sentirá eso de la fe ciega en donde nadie ve nada pero lo ven todo. Debe ser rico. Debe ayudar a pasar los días que son tan pesados como la cruz que cargó Jesús hacia su muerte. La duda, a mi me atormenta y me complica la vida. Creer sería más fácil y mucho menos tormentoso. Me eximiría de responsabilidades y de culpas. “Si Dios quiere”, “Dios proveerá”, “Será como El Señor lo quiera” cuantos pesos me quitaría de encima. Me quitaría también méritos, para equilibrar la balanza. “Gracias a Dios” “Dios así lo quiso” ¿y yo? Yo no hice nada. Yo no soy nadie y yo no soy libre, porque me muevo al compás del titiritero de la barba larga.


A muchos les sirve creer y a muchos les va peor que a mí. Los que creen sonríen hambrientos y yo, que no creo, lloro estando llena. Es complejo esto de la religión, pero sobre todo es injusto. Injusto que los pobres sonrían cuando pasan hambre porque “esa es la voluntad divina”, para mí, más bien, es la voluntad de un sistema corrupto, que es del más acá y no del más allá. Injusto que alimentemos al pueblo de religión y no de comida para saciarles los ánimos de emancipación. Injusta la droga religiosa. Injusta la duda, Injusta la vida, injustos nosotros con los que sí creen, cuando ponemos el Cristo en nuestra habitación.

3 comentarios:

  1. "Los que creen sonríen hambrientos y yo, que no creo, lloro estando llena." Qué bonito, Matilde.

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  2. Santafé de Bogotá, bienaventurados los Nule.

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  3. Iba a poner lo mismo de Ana. Buen texto, Milagros :)

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